<!DOCTYPE html> Tanto Marvel no me permitía reseñar Material, pero le tenía muchas ganas. Hoy me saco el empacho. Ales Kot vuelve con una nueva serie para obligarnos a pensar más allá de la viñeta. Cuatro personas en conflicto con distintos aspectos de la vida moderna son el foco de esta historia, donde poco a poco Kot nos muestra parte de sus vidas y cómo se ven afectadas por la materialidad del mundo actual. Un profesor del MIT, desencantado por el ambiente universitario y la falta de verdadero progreso y desafíos intelectuales; una actriz en decadencia, absorta en las drogas y carente de ambición; un adolescente afroamericano víctima de un sistema inherentemente discriminador, que comienza a interesarse por los movimientos políticos activistas; un ex preso de Guantánamo vuelve por fin a su vida en familia, sólo para descubrir que los traumas de su estancia le impiden llevar una vida normal y lo han vuelto una persona frustrada y temerosa. Material presenta una historia densa y un tanto impermeable, intercalando 2 páginas para cada historia en una rígida estructura de 9 viñetas por página. Es el mismo ejercicio que hicieran Moore y Gibbons en Watchmen, con la misma intención: dejar las florituras visuales en segundo plano y enfocarse en la narrativa de la historia misma; por supuesto, no es que intente comparar ambas obras, ni los autores lo hacen ni falta les hace. A decir verdad, el dibujo de Will Tempest es bastante feísta y tal vez poco inspirado, con un trazo algo sucio; curiosamente, funciona en favor de la historia de forma bastante efectiva. Aunque en las primeras páginas cuesta tomarle el pulso, a medida que la historia progresa se hace patente el buen equilibrio entre el arte y la historia, con decisiones de encuadre o color que suman a lo que Kot quiere contar. Para cada par de páginas dedicadas a un personaje en particular, Tempest emplea una paleta limitada y distintiva, ayudando a llevar las 4 historias con facilidad. Como dije, es una historia muy cerebral y densa. En ocasiones anteriores ya he mencionado que Kot disfruta desafiando al lector. En The Surface sus métodos son diferentes, utilizando una premisa mucho más sci-fi, y con metáforas más explícitas en relación a la narrativa. En Material parece abordar los temas de forma menos obvia, pero al mismo tiempo mucho más directa, a través de la vida de distintas personas. Cuando quise leerlo, la verdad tuve que empezar unas 3 veces, porque no lograba engancharme y no pasaba más allá de las primeras 4 páginas… pero cuando finalmente lo hice no pude parar. Puede que Ales Kot se de un porrazo, peque de ambicioso o pretencioso y tras prometer tanto desinfle de mala manera, pero prefiero que tome el riesgo y nos presente estos desafíos a que se quede en una zona segura. Guionistas así son los que valen la pena. La realidad se desdibuja en The Surface, desde nuestro mundo hacia la viñeta intercalándose con realidades virtuales dentro de la misma narrativa hasta decantar en una suerte de huida de la Matrix, donde los protagonistas finalmente se encuentran con un inesperado (¿o no tanto?) interlocutor. El juego de metaficción que emplea Ales Kot se hace cada vez más fuerte, a medida que progresan los números, en cada vuelta de página, en cada nuevo artículo incluido que complementa esta realidad construida sobre la ficción. ¿O era al revés? Si al principio su estilo me resultaba un tanto descolocante, hoy Langdon Foss me tiene completamente convencido. Su imaginario visual es un complemento esencial para que esta historia funcione, dándonos ciertos elementos a los que aferrarnos para poder navegar la intrincada y contradictoria historia de Kot. Tal parece que en este tercer número llegamos a un punto clave, que ojalá nos de algo más de respuestas en la próxima entrega. Porque de ambición no se quedan cortos, pero lo que más necesitamos es algo de claridad en esta niebla de metaficción y mentiras sobre falsedades. En cada entrega vamos conociendo un poco más de Colin King. A diferencia de su participación en Unity, donde la mayor parte del tiempo vemos su lado más frío en los trabajos de campo, en su propia cabecera tenemos la oportunidad de conocer más a fondo al máximo súper espía del Universo Valiant. Un poco de su metodología, de su lógica tras cada difícil decisión y las consecuencias que éstas tienen en él… aderezado con unos cuantos flashbacks, podemos ahondar en la mente de un personaje que de primeras parecía impenetrable; pero además tenemos esas historias de complemento, “The Lost Files”, excelentemente retratadas por Butch Guice, donde vemos parte de sus años formativos como espía, y los errores que cometió en ese entonces. Colin no siempre fue el espía perfecto, y este camino formativo sería tan definitorio como su difícil infancia. Sin duda, la labor de Matt Kindt ha sido excelente en este sentido, construir un personaje con profundidad y matices, sobrepasando los clichés que originan su identidad. En cuanto al presente, continúa la misión de Ninjak para infiltrarse en f, la organización que desarrolla cualquier tipo de armamento para el mercado negro, siempre y cuando puedas pagarlo. Cuando pensaba que tenía todo bajo control, se topa con Roku una vez más en su camino, dificultando la situación al límite. Ninjak es un agente más que preparado, lo que le permite retomar cierto control de la situación… pero Roku tampoco es una novata. Toda la acción es preciosamente retratada por Clay Mann, quien me recuerda mucho a Olivier Coipel… y eso siempre es algo bueno. Hoy mismo sale Ninjak #4, y por la portada parece que Roku tomará el protagonismo, o al menos eso espero. En serio, ¿por qué no están leyendo Bloodshot Reborn? A cargo está Jeff Lemire, destacado guionista en el mercado actual, y Mico Suayan es un talentoso artista con una atención en el detalle que roza el ridículo. Cada número eleva las apuestas a las que Ray Garrison, el nombre de civil que ha adoptado nuestro querido ex-Bloodshot, debe afrontar para solucionar un problema que resulta demasiado ligado a él para simplemente alejarse. Con su sanidad mental en juego, Ray tendrá que perseguir a esta serie de Bloodshots que aparecen a través del país y realizan masacres en público, a pesar de sus temores de que su antigua identidad mecánica se apodere una vez más de él. Pero en su camino no está solo; además de las alucinaciones que lenta pero constantemente se apoderan de su realidad, Ray es perseguido por una agente especial, que puede causarle más problemas de los que podría esperar. Si algo caracteriza a Lemire es su preocupación por las relaciones interpersonales, y aunque Ray está físicamente solo, su mente está más concurrido de lo que le gustaría. Toda la premisa de los nanobots, el soldado indestructible y las alucinaciones de Ray tienen un cable a tierra en la impecable caracterización que el guionista otorga a cada personaje, cada identidad que inunda las páginas. Esto, sumado a la impresionante labor que hacer Suayan en los lápices, le dan una gravitas al relato que lo hace más convincente, poderoso y atrapante. En serio, ¿por qué no lo están leyendo? En Valiant siempre me pasa esto. Me cuesta adaptarme a los cambios de arco argumental cuando pasan de un artista a otro… muchas veces son estilos muy diferentes, a veces dudas de la calidad del artista nuevo cuando ya te habías acostumbrado al anterior… A la larga, por suerte, siempre termino aclimatándome de buena manera, y logro disfrutar las bondades de cada artista que pasa por las distintas cabeceras de la editorial. Ahora es el turno de Francis Portela, y cumple la cuota de forma más que correcta… mi queja al parecer siempre será Andrew Dalhouse, aunque debo reconocer que poco a poco estoy aprendiendo a aceptar su trabajo, además que su paleta de colores es tan característica que otorga cierta identidad a todo lo que toca. Algo de mérito tendrá, supongo. Debo decir que Ivar, Timewalker no ha sido tan hilarante como Archer & Armstrong; a pesar de ello Van Lente es carta segura para al menos pasar un buen rato, y en este segundo arco responde a lo que esperamos de él. Además, compensa con ideas tan alocadas como ingeniosas y un entretenido tratamiento a la relación de los hermanos Anni-Padda; aprovechar las habilidades de Ivar para tomar un Gilad y un Aram de distintas épocas también es una idea de agradecer, pues vemos sus interacciones a través de otra luz. La serie sigue entreteniendo, ojalá continúe así y Van Lente suba las apuestas. Damn… Difícil hablar de Dead Drop. Como un comic en sí mismo, Dead Drop resulta una miniserie sumamente entretenida, con una premisa suficientemente intrigante para mantener el suspenso y un arte energético con escenas de persecución adrenalínicas. En este sentido, cualquiera ajeno al Universo Valiant puede disfrutarla, pues necesita un mínimo de conocimientos sobre los personajes involucrados — que son entregados en el comic mismo — y el disfrute es directo. Pero como un comic inserto en el Universo Valiant, falla estrepitosamente. Ya lo mencioné en la reseña del #1, X-O Manowar era desaprovechado en favor de la emoción en la persecución misma, ignorando sus habilidades innatas que, de seguro, le hubieran permitido atrapar el virus de inmediato. Pero ok, obviando esto en favor de poder tener 3 números más de historia, llegamos al #2… y el problema es el mismo. Hay ciertas cosas gratuitas, como que Archer ande en boxers durante toda la historia porque… bueno, se explica en el mismo número, pero aunque añade cierta comicidad no deja de sentirse innecesario, además de lo exagerado de su personalidad y el desaprovechamiento, de nuevo, de sus verdaderas habilidades. Como dije, no todo es malo. El aparente misterio que oculta Neville Alcott puede ofrecer más oportunidades a Ales Kot para sorprender, mientras que el arte de Adam Gorham continúa siendo distintivo y dinámico. Al parecer no les gusta a todos, pero yo lo apruebo, si es que eso sirve de algo. Vamos, Kot, que ya te tiré hartas flores más arriba. Creo que Imperium es mi serie regular favorita en estos momentos. Lo que Joshua Dysart está haciendo con Toyo Harada y su colección de monstruos es fascinante y sumamente inteligente. Partiendo de la base de los diversos estereotipos para villanos, los analiza, profundiza en ellos y resulta en personajes con profundidad y peso. Número a número, a medida que progresan los eventos, vamos conociendo más a fondo a un personaje en particular; esta vez le toca a Morris Kozol, director de Project Rising Spirit y el principal opositor de Harada. Pero a pesar de su posición, Kozol no es más que un humano normal, atrapado en una encrucijada contra el ser más poderoso del planeta. Una de las decisiones que más he disfrutado es que a pesar que Harada es la figura central, quien mueve los hilos y es el motor de todos los eventos, salvo el primer número Harada siempre está tras bambalinas, y somos testigos de su actual e influencia a través de los demás personajes. Esto en retorno nos brinda un protagonista mucho más rico y tridimensional, que escapa de la clasificación facilista de villano en un mundo en blanco y negro. Como mencionaba más arriba, los cambios de artista suelen descolocarme un poco (por lo distintos en su trabajo). Por suerte Scot Eaton es eficiente, y su trazo limpio se ganó rápidamente mi favor a pesar que la primera impresión fuera negativa. En definitiva, Imperium suma y sigue, con una salud envidiable y una calidad garantizada. Nuevo arco. Aunque la figura de War-Monger tiene su encanto innegable, y su historia posee suficiente atractivo, me quedé con gusto a poco en cuanto a la escasa participación de Unity en sí mismo. A cambio tenemos un equipo proto-Unity, siguiendo la idea del #0 pasado. Divertida iteración, pero como dije esperaba más de the real deal. El arco anterior estuvo muy bueno, Matt Kindt supo sacarle el jugo a cada uno de los integrantes y la relación que se ha formado entre ellos; por lo mismo se me hizo un tanto contraproducente centrarnos en la nueva villana de forma exclusiva. Al menos debo reconocer que el arte de José Luis es muy bonito, y contrasta bien con el look moderno de Jefte Palo. Por ahora me mantengo expectante. Cierre final del arco “Dead Hand”. Me deja con sentimientos encontrados… por un lado, “Dead Hand” profundizó mucho en la mitología tras Shanhara y las demás armaduras, continuando de forma natural los sucesos de “Armor Hunters”; por otro, el cierre se me hizo un tanto predecible y falto de épica. Es que ¿todas las armaduras se juntan y solo pelean un poquito? Aún así, Robert Venditti ha hecho un trabajo impecable en forjar a Aric como el campeón de la Tierra, dispuesto a defender a su pueblo sea como sea. Un digno rey. Diego Bernard además hace una excelente labor, con ideas alocadas para algunas armaduras (mientras en otras se le acaban un poco las ideas… ¿como 3 armaduras-esferas?); de trazo limpio y figuras dinámicas y expresivas, cumple con su parte de la tarea. Y ahora… ¡se viene la boda!MicroReseñas Indie 021
MicroReseñas Indie 021
Material #001
The Surface #003
Ninjak #002–003
Bloodshot Reborn #002–003
Ivar, Timewalker #005–006
Dead Drop #002
Imperium #005
Unity #019
X-O Manowar #037