<!DOCTYPE html> Clay Mann. Este hombre es quien termina vendiéndonos Ninjak #1, con un arte tan dinámico como versátil. Desde karaoke hasta duelos de artes marciales, Mann se las arregla para que todas las páginas luzcan bien. Bajo estas páginas se encuentra un guion de Matt Kindt acertado, si bien regular, jugando la familiar (tal vez facilona) pero efectiva fórmula de mezclar algunos pasajes de la infancia del protagonista con los sucesos presentes, mostrando así el origen del caracter de nuestro ninja espía británico favorito. Ninjak es una mezcla de James Bond con un ninja… ¿o un samurai?, que resulta en un tipo confiado de sus habilidades, con un sentido del humor agudo, precisión letal quirúrgica y clase de Gran Bretaña. Un super-espía bajo las órdenes del MI-6, millonario excéntrico y reservado, siempre preparado para cualquier escenario. Es como Batman, pero más divertido. Kindt comienza con la trama clásica de asignar una misión a nuestro protagonista mientras vamos conociéndolo a través de ésta. Lo interesante es Roku, una misteriosa agente con cabellos cortantes (?) que parece ser más de lo que parece y con la promesa de aprender más sobre ella. De complemento tenemos “The Lost Files”, un breve relato con arte de Butch Guice, donde vemos una de las primeras misiones de Colin King, bastante amateur si lo comparamos al actual Ninjak. En general el protagonista y el arte terminan por convencer, algo en lo que el guion queda un tanto corto. Esperemos que Kindt logre tomarle el pulso al personaje en solitario, considerando la excelente labor que ha realizado en la cabecera grupal Unity, donde milita Ninjak. No recuerdo si lo he dicho en otras ocasiones, pero Ales Kot puede convertirse en el heredero natural de Grant Morrison. El juego metatextual que realiza con los contenidos “extras” que incluye en el comic ayudan a complementar la historia que estamos leyendo y a ampliar el mismo mundo que está construyendo y los lleva al punto de incluirse a sí mismo en las páginas del comic, y aunque sin nombrarse como tal, utiliza esta herramienta para aclarar su visión de lo que es su propio trabajo y la percepción del público mismo sobre éste. The Surface es una leyenda, un mito urbano contado en una sociedad hiper-conectada, donde todos poseen cámaras y micrófonos incorporados por defecto, donde tu vida es grabada a cada segundo y la privacidad es opcional, donde cualquier gobierno puede hacer una petición judicial y tener acceso a tu historia completa. The Surface es una realidad tras nuestra realidad; pero si nuestra realidad es un holograma, ¿desde dónde se proyecta este holograma? Kot se atreve a jugar con el Principio Holográfico, haciendo un juego similar a The Matrix, pero con suficientes propuestas propias para hacerla especial y diferenciarse lo necesario. Tenemos a tres protagonistas en busca de The Surface, sin saber siquiera qué es lo que realmente están buscando. Viajando fuera del rastreo gubernamental, esperan encontrar indicios de que The Surface realmente existe y poder escapar de esta falsa realidad, o bien desmitificar esta idea y volver a sus aburridas y vigiladas vidas. Es un mundo futurista, con los vicios clásicos de futuros distópicos, con un Gran Hermano viviendo en la internet y llevando nuestras vidas sin verdadera privacidad. Langdon Foss nos insinúa una metrópolis abarrotada, una mezcla de favelas con mega-corporaciones, con una aridez reflejada en la paleta de Jordie Bellaire. Entre viñetas hayamos falsos documentales, artículos y entrevistas con los que Kot puebla este mundo que ha creado, apoyado del diseño que Tom Muller otorga al conjunto. En definitiva, nos encontramos con que The Surface es una propuesta ambiciosa, con el potencial de ofrecernos algo intrigante, un quebradero de cabeza estimulante como los que Morrison escribía en sus mejores años (piensen The Invisibles), pero que dependerá de la habilidad de Kot para navegar este enorme buque a través de difíciles aguas y llegar a buen puerto. En lo personal, ya me enganchó. ¡Los globos no son de confiar, te digo! Ok, esta vez sí sentí el número bastante ligero, pero me conformo con que pudimos ver más de Babylon. Mientras el pequeñuelo continúa su exploración en este siniestro y torcido mundo (o eso es lo que cree), Balloon continúa con su adoctrinamiento y manipulación del recién liberado. Esta perturbadora dupla se topa con Ezra, antiguo protector de The Message y renacido como profeta Orion. Cada interacción que Babylon tiene con el mundo resulta en un fascinante ejercicio de distorsión de la realidad, así que espero ansioso su siguiente destino. Jonathan Hickman está en su salsa, regocijándose de pequeños momentos, muchos sin relevancia concreta, pero que nos ayuda a explorar los personajes a niveles más íntimos, volviéndolos entidades tridimensionales. Mientras, los desafiantes padres tienen su momento de despedida, según las ominosas palabras de Hickman, última vez que estarán juntos alguna vez. El camino de Death estará plagado de dificultades, y de seguro los desafíos de Xiao manejando el imperio serán igual de desafiantes. Sobre el arte de Nick Dragotta no hay nada que agregar que no haya dicho en ocasiones anteriores, simplemente está en su mejor momento, cada página es gloriosa y digna de ser contemplada con tiempo. Súmenle los colores de Frank Martin y tenemos un equilibrio perfecto. Todo está mal en East of West, y me encanta.MicroReseñas Indies 007
MicroReseñas Indies 007
Ninjak #001
The Surface #001
East of West #018