The Black Monday Murders (2016) #006

Mientras el detective Theodore Dumas y el profesor Dr. Tyler Gaddis se acercan al centro del misterio, nosotros continuamos aprendiendo a través de sus conversaciones sobre el mundo ocultista de las finanzas. Dumas oficia como nuestro punto de vista, haciendo las preguntas que nosotros mismos tenemos sobre este secreto y violento reino. Así, mientras nos enteramos sobre las teorías del profesor, llegamos junto a la dupla frente al salón de la Reserva Federal, donde supuestamente el dios Mammon yace durmiente. ¿Podremos darle un vistazo a la bestia?

Entretanto, Ria y Beatrix resuelven sus diferencias de una forma peculiar, y la enigmática Abby nos recuerda que este cómic es, entre otras cosas, una serie de horror.

Algo que va quedando patente en cada entrega de The Black Monday Murders es lo pulcro que se ha vuelto Jonathan Hickman en su trabajo. Aunque continúa con su fijación por las infografías y material anexo que expanden de forma exponencial los distintos componentes de sus mundos, el equilibrio entre exposición y acción es a ratos delicioso.

Alternando sus densos diálogos nos encontramos con escenas, a veces completamente mudas, que indagan en los movimientos de los distintos personajes y su intrincado pasado, aportando capas de información que enriquecen el relato y a sus enigmáticos protagonistas. Así, el extenso material extra que Hickman ha desarrollado nos es presentado solo cuando se necesita, dosificando la información en cada número.

Resulta evidente, entonces, que gran parte del éxito de esta fórmula recae en el apartado gráfico, donde Tomm Coker brilla con maestría. Su enfoque artístico, lejos de buscar un hiperrealismo como el de Alex Ross o similares, se centra en dos claves fundamentales: 1) cada individuo tiene una apariencia única, consistente a través de cada una de las viñetas, y 2) la expresividad facial, corporal y espacial ilustrada es la que cada escena necesita. Es impresionante, cuando uno se detiene a pensarlo, la baja cantidad de artistas —principalmente en el mercado estadounidense— que son capaces de dibujar figuras que puedan ser identificadas y diferenciadas por sus características físicas más allá del super-traje de turno que estén vistiendo, y esta virtud de Coker es digna de ser destacada. El nivel de autenticidad en sus ilustraciones permite que lleguemos a creer en este mundo, muy similar al nuestro, pero cargado de magia ocultista. Lo vuelve tangible y verosímil.

El toque de gracia al trabajo de Coker viene de la mano de Michael Garland, quien colorea cada página con paletas apagadas y frías, navegando por tonos pasteles llenos de sombras que chocan de frente cuando la sangre y el horror invaden las viñetas del cómic en forma de un vibrante carmesí. Rematando el departamento visual encontramos al rotulista Rus Wooton, un habitual en las series de Hickman —y de Rick Remender, mi otro autor fetiche— y que mantiene su acercamiento frío e impersonal, mimetizándose esta vez con la estética aterrizada de Coker y el diseño gráfico austero de Hickman.

Si algo debe quedar claro, es que The Black Monday Murders no es una serie que reciba con brazos abiertos a lectores casuales, y de seguro espante a más de un lector despistado con su nivel de densidad, tanto narrativo como de diálogos; pero quienes logren romper esta barrera se verán recompensados con un relato copioso de misterio e intriga.

PD: Hay un pequeño detalle que no me dejó tranquilo durante toda la lectura. En la entrega #005 los hechos estaban enmarcados en noviembre del 2017, mientras que en el #006 retrocedemos a noviembre del 2016. ¿Un error? Prefiero asumir que sí, pues la secuencia narrativa es lógica. Ahora, si es intencional ¡no entendí nada!

EDIT: Tras escribir mi reseña, le pregunté a través de Twitter a Jonathan Hickman si el cambio en las fechas fue intencional o un error, y… bueno, su respuesta fue bastante clara: “Massive typo”. Mi mente puede descansar en paz.

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