Learning a language by reading novels
Van Gogh, Une liseuse de romans
[Spanish version below]
In an interview with Matt vs Japan, Stephen Krashen claimed that for a while his only practice with German was reading novels, and that when he went to Germany some time later, the locals thought he was a fellow countryman. This may seem hard to believe, or at least a somewhat pedantic assertion, but I think there is some truth in it. I believe that by reading novels you can make quite a lot of progress in a language, and perhaps almost all the progress you need, but it also doesn't hurt to add a few ingredients that might be missing from your diet.
I remember one occasion when, after months of private German lessons, I finally decided to take the challenge of reading Kafka's Metamorphosis in the original. In those days I read at night, with a dim lamp and an uncomfortable chair. It took me two hours to get through ten pages. It was a kind of torture, very much in tune with the story of Gregor Samsa, but I was thoroughly enjoying it. The following week I went to class with my teacher and, after fifteen minutes of conversation, she interrupted me: “You're speaking very well! What did you do?”. I hadn't done any more exercises, any more homework, I hadn't practiced my verbs or gone through my vocabulary lists, I had been reading Kafka.
There are several reasons why reading fiction is a great way to learn a language. For a start, the amount of vocabulary is overwhelming. When you do gap-fill exercises, Duolingo, etc., the content you read is, what, ten sentences? Spend the same amount of time on a novel and you'll have read, what, a hundred? two hundred? If one thinks that it is in the comprehension of messages that learning lies (and I do), then texts are a sensational device, there are as many messages in as little material as possible. So many words are thrown at you, every second, that it is impossible for progress not to occur.
Furthermore, fiction is mostly written in the past tenses, which are just the same as those we use to tell anecdotes in casual conversation. This is an advantage especially when compared to materials such as podcasts or YouTube videos, where communication can tend to remain in the present tense. The third reason is that reading novels can be much more fun than doing conjugation exercises, and paradoxically can also be more efficient.
I am satisfied with the level of my French at present, and I think that, beyond some introductory courses, my real progress came when I started to gobble up Flaubert, Stendhal, Balzac, etc. I spent three hours a day with Illusions perdues and L'Éducation sentimental. At the end of those sessions my head was an echo chamber in French, my language production was just a mechanical consequence of that.
However, I also realised, after those months spent in the glory of the French novel, that I didn't really know how to order something in a café or restaurant (but I was already aware of the grumpy and unpatient reputation of Parisian waiters), didn't know how real people spoke in the streets, let alone slang, and probably made a few pronunciation mistakes. Luckily, this is easy to remedy. I think reading novels can be the basis of your diet, a cereal, let's say, and then you can add things (auditory, current and “real”) that make your nutrition more diverse, like music, TV shows, youtubers, podcasts, etc. That's a powerful combination.
Aprender un idioma leyendo novelas
[Please note that the Spanish and English versions are not an exact match]
En una entrevista con Matt vs Japan, Stephen Krashen afirmaba que durante un tiempo su única práctica con el alemán consistía en leer novelas, y que cuando un tiempo después fue a Alemania los locales pensaban que él era un connacional suyo. Esto puede parecer difícil de creer, o por lo menos una aseveración algo pedante, pero creo que tiene algo de verdad. Considero que leyendo novelas se puede hacer bastante progreso en una lengua, y quizá casi todo el progreso que necesitas, pero tampoco viene mal añadir algunos ingredientes que podrían faltar en tu dieta.
Recuerdo una ocasión en que, tras meses de clases particulares de alemán, decidí por fin animarme a leer La metamorfosis de Kafka en el original. En esos días leía por la noche, con una lámpara débil y una silla incómoda. Me tomaba dos horas avanzar diez páginas. Era una especie de tortura, muy en sintonía con la historia de Gregor Samsa, pero lo estaba disfrutando plenamente. A la semana siguiente fui a la clase con mi profesora y, tras quince minutos de conversación, me interrumpió: “¡Estás hablando muy bien! ¿Qué hiciste?”. No había hecho más ejercicios, más tarea, no había practicado mis verbos ni repasado mis listas de vocabulario, tan solo había leído a Kafka.
Hay varias razones por las que leer ficción es una gran manera de aprender un idioma. Para empezar, la cantidad de vocabulario es apabullante. Cuando haces ejercicios tipo gap-fill, Duolingo, etc., el contenido que lees son, qué, ¿diez frases? Pasa ese mismo tiempo en una novela y habrás leído ¿cien? ¿doscientas? Si se piensa que es en la comprensión de mensajes donde reside el aprendizaje (y lo pienso), entonces los textos son un dispositivo sensacional, son la mayor cantidad de mensajes en el menor material posible. Tantas palabras te son aventadas a la cabeza, cada segundo, que lo imposible es que no ocurra el progreso.
Además, la ficción está escrita mayoritariamente en los tiempos verbales del pasado, que son de igual modo los que usamos para contar anécdotas en una conversación casual. Esto es una ventaja especialmente si se le compara con materiales como podcasts o videos de YouTube, donde la comunicación puede tender a mantenerse en el tiempo presente. La tercera razón es que leer novelas puede ser mucho más divertido que hacer ejercicios de conjugación, y paradójicamente puede ser también más eficiente.
Estoy satisfecho con el nivel de mi francés actualmente, y creo que, más allá de algunos cursos introductorios, mi verdadero progreso vino cuando empecé a engullir a Flaubert, Stendhal, Balzac, etc. Pasaba tres horas al día con Illusions perdues y L'Éducation sentimental. Al final de esas sesiones mi cabeza era una cámara de ecos en francés, mi producción del idioma era solo una consecuencia mecánica de ello.
Sin embargo, también me di cuenta, tras esos meses pasados con la gloria de la novela francesa, que realmente no sabía cómo pedir algo en un café o restaurante (pero ya estaba al tanto de la reputación malhumorada y poco paciente de los meseros parisinos), no sabía cómo hablaban las personas reales en las calles, ni mucho menos slang, y probablemente cometía algunos errores de pronunciación. Por suerte, esto es fácil de remediar. Creo que leer novelas puede ser la base de tu dieta, un cereal, digamos, y que luego puedes añadir cosas (auditivas, actuales y “reales”) que vuelven más diversa tu nutrición como música, programas de televisión, youtubers, podcasts, etc. Esa es una combinación poderosa.
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