Óscar Balam

Un blog, que recopile para mí la experiencia de vivir, lectores bienvenidos.

Recuerdo una sesión particularmente significativa con un adolescente de 13 años que solía hablar muy poco. Desde el inicio, me encontraba en una constante reflexión sobre si mi enfoque estaba siendo el adecuado. Me preguntaba si era yo quien no estaba haciendo lo suficiente para establecer una conexión genuina con él. Cada sesión parecía una batalla silenciosa para construir una relación cercana y de confianza, y sentía que mi esfuerzo se estaba convirtiendo en un desafío cada vez mayor.

Durante un tiempo, me sentí frustrado y cuestioné mi habilidad para conectar con él. Sentía que estaba fallando en ofrecerle el apoyo que necesitaba. Pero un día, después de expresarle mis inquietudes sobre la dificultad que estaba enfrentando para conectar y de compartir mi frustración, algo inesperado ocurrió. De repente, se abrió. Empezó a hablar más, no solo sobre sus experiencias diarias, sino también sobre aspectos más profundos y personales de su vida. Comenzó a compartir sus sentimientos y pensamientos sobre su familia, sus estudios, y lo más significativo: sus emociones más íntimas y vulnerables. Fue un momento revelador y transformador que marcó un punto de inflexión en nuestro trabajo conjunto.

Entendí de inmediato que lo que realmente necesitaba era ser escuchado con atención y empatía. Desde el comienzo de nuestras sesiones, le había transmitido una idea clave: “No creo que estés roto. Mi intención es ofrecerte un espacio diferente al que has conocido antes, un lugar donde simplemente pueda acompañarte en tu proceso de crecimiento.” Esta propuesta de crear un espacio seguro y libre de juicios parecía ser el catalizador que necesitaba para comenzar a abrirse.

Fue en una de nuestras sesiones cuando el tema de la ira emergió con gran intensidad. Al explorar más a fondo el origen de esa ira, nos encontramos con una verdad profunda: estaba profundamente enraizada en la vergüenza. La vergüenza de sentirse como si fuera malo, insuficiente, de haber sido etiquetado repetidamente como el niño irresponsable, rebelde, que no hace las tareas y, lo peor de todo, como alguien tonto e inútil. La fuente principal de estas etiquetas negativas era su madre, quien, sin querer, había contribuido a formar una imagen distorsionada de sí mismo en su mente.

En nuestra conversación, introduje el concepto de la Profecía Autocumplida y cómo el efecto Pigmalión podría servir como una herramienta poderosa en su vida. Le propuse un experimento mental: actuar como si fuera el mejor alumno, el mejor hijo, el mejor hermano. Le expliqué que, a veces, las personas aceptarían y apoyarían estas nuevas facetas, mientras que otras no tanto. Pero el aspecto más importante era el cambio interno que él experimentaría al comenzar a verse a sí mismo de una manera diferente. Este ejercicio se convirtió en una estrategia para desafiar las etiquetas negativas y explorar su verdadero potencial, una oportunidad para reescribir su propia narrativa.

A medida que avanzaba el tiempo, él comenzó a poner en práctica este experimento mental. Adoptó nuevas formas de ser y de comportarse, y comenzó a demostrar, tanto a sí mismo como a los demás, que podía ser diferente. Esta transformación no solo le permitió enfrentar el reto de manera efectiva, sino que también le proporcionó una nueva perspectiva sobre sí mismo y su vida. La calidad de su vida mejoró notablemente, y él continuó llevando a cabo este enfoque transformador con un renovado sentido de propósito y autoconfianza.

Espero sinceramente que, dondequiera que estés, hayas tenido la oportunidad de adoptar las etiquetas que realmente te gusten y liberarte de aquellas que te limitan. Que te hayas dado el permiso para ver y explorar tu verdadero potencial, al igual que este joven lo hizo. La verdadera transformación a menudo ocurre cuando nos damos la oportunidad de desafiar nuestras propias creencias limitantes y actuar en alineación con la persona que realmente queremos ser.

Recuerda que cada uno de nosotros tiene la capacidad de reescribir nuestra propia historia. La clave está en encontrar el coraje para dejar atrás las etiquetas que nos impiden crecer y abrazar las que nos inspiran a alcanzar nuevas alturas. El proceso de transformación personal es un viaje continuo de auto-descubrimiento y auto-mejora, y cada uno de nosotros tiene el poder de tomar las riendas de nuestra propia narrativa.

hola

Aunque en ocasiones, la idea de morir me parece compleja y aterradora, el pensar en ella como un evento ineludible me hace darme cuenta de lo corta que puede ser la vida. A mi edad, mis pérdidas han sido muchas y me pregunto si todas las personas que han pasado frente a mí, y que ya no están en este plano,se acercaron a lo que realmente deseaban hacer con sus vidas. Yo deseo mucho de la mía y no sé cuánto me queda en ella.

Así, en una conversación inspirada por este pensamiento, decidí plantearme hacer mi lista de cosas que quiero hacer antes de morir, ésta es la lista:

  1. Hacer una lista de cosas que quiero hacer antes de morir.
  2. Tomar fotografías de mis viajes. En proceso, probablemente nunca esté listo del todo Puedes ver algunas fotos por aquí.
  3. Hacer Staff de MKP. En proceso
  4. Viajar de mochilero por un mes.
  5. Lanzarme en paracaídas.
  6. Ir en avioneta.
  7. Ir al Cañón del Sumidero en Chiapas.
  8. Acampar en una montaña.
  9. Acampar en la nieve.
  10. Comprar una moto.
  11. Observar el atardecer sobre alguna ciudad. Listo Vista del atardecer en el cerro de la silla en Monterrey, Nuevo León, estoy acostado y solo se ven mis pies, la ciudad de fondo.
  12. Tener casa propia.
  13. Ir a un FLISOL.
  14. Conocer Machu Pichu.
  15. Viajar a cada estado de la república En proceso 9/32
  16. Viajar en avión Listo fotografía mía frente a un avión
  17. Hacer un viaje en carretera Listo
  18. Hacer un temazcal propio.
  19. Bañarme en un río.
  20. Hacer excursiones turísticas.
  21. Hacer un blog Listo, he tenido muchos blogs antes
  22. Aprender a editar fotografías En proceso Las que subo tienen algo de edición.
  23. Hacer un viaje en altamar.
  24. Hacer un viaje en caravana.
  25. Hacer voluntariado Listo
  26. Salir del país.
  27. Dar clase en universidad.
  28. Recibirme de la maestría. En proceso
  29. Ir a un concierto.
  30. Volver a mi IMC saludable.
  31. Construir una casa sustentable.
  32. Conocer el papalote museo del niño Listo, foto pendiente
  33. Ver un nacimiento.
  34. Comprar una guitarra eléctrica.
  35. Aprender a tocar el saxofón.
  36. Promover software libre.
  37. Pegarle stickers a mi laptop (me da miedo)
  38. Donar mi cabello. Listo. Foto mía metiendo un sobre con mi cabello en una caja con donaciones
  39. Ver una ballena.
  40. Liberar tortugas listo, foto pendiente.
  41. Acampar en la playa listo, foto pendiente.
  42. Cocinar en comunidad.
  43. Dominar la lengua maya.
  44. Tener mi propio espacio de consulta En proceso.
  45. Tatuarme.
  46. Construir un huerto. En proceso
  47. Ir a la playa de noche solo.
  48. Ir en Jeep en la selva.
  49. Ir a AfricamSafari Listo, foto pendiente
  50. Ser padre.
  51. Crear y dar cursos de psicología.
  52. Montar un self-host con una raspberry.
  53. Escribir un libro.
  54. Vender una pintura propia.
  55. Presentar una obra de teatro.
  56. Caminar en el bosque.
  57. Ir a psicoterapia Listo, voy cada tanto.
  58. Tomar una especialidad.
  59. Comunicarme en lengua de señas mexicana Listo, aunque he olvidado un poco.
  60. Tener una colección.
  61. Escribir un cuento infantil.
  62. Pasar el año nuevo solo en un lugar lejano a casa.
  63. Aprender a soltar aquello que daña.
  64. Invitar a un hombre al ANG y que llegue.
  65. Dormir en un árbol.
  66. Ensamblar mi propia computadora.
  67. Comprar una cámara.
  68. Hacer un viaje en bicicleta.
  69. Entrenar Jiu-jitsu. Ya había empezado y lo dejé
  70. Ir al restaurante de Pino P.
  71. Ganar una medalla. Listo, aunque no he ido por ella.
  72. Disfrutar la soledad. Listo, aunque a veces cuesta.
  73. Unirme a una búsqueda de desaparecidos.
  74. Hacerme perforaciones en las orejas.
  75. Leer cien libros a partir de la creación de esta lista.
  76. Viajar solo. Listo. fotografía mía sonriendo con mi mochila de campamento en la espalda, de fondo el lago de Chapala
  77. Ir a la marcha del orgullo.
  78. Comprar una bici.
  79. Hacer el camino del Mayab.
  80. Hospedarme en un hotel de vacaciones.
  81. Ir a San Cristobal de las Casas.
  82. Tener un gato.
  83. Bañarme en aguas termales.
  84. Entrar a la cabina de un avión.
  85. Terminar la carrera. Listo. Foto mía con mi hoja de examen profesional aprobado
  86. Ir a cada continente.
  87. Armar un robot.
  88. Ir a Colombia.
  89. Conocer los andes.
  90. Ir en el Chepe.
  91. Viajar en el Tren Maya.
  92. Comprar un carrito de control remoto.
  93. Ofrecer empleo a alguien.
  94. Conocer un grupo scout fuera del país.
  95. Preparar un café molido en un campamento.
  96. Montar a caballo.
  97. Celebrar mi boda maya.
  98. Cantar en un funeral. Listo, cantamos los scout en el funeral de Gustavo Negroe, lo volvería a hacer.
  99. Vivir una vida que valga la pena ser vivida.
  100. Hacerme un funeral en vida para poder despedirme de las personas a quienes amo.