Shadowman (2018) #004
¡Por fin! Tuvimos que esperar unos cuantos años para tener una nueva serie regular de Shadowman, y hasta ahora este volumen había sido un tanto decepcionante, recorriendo lugares comunes de sus etapas previas sin presentar algo realmente innovador. En esta entrega, finalmente, tenemos elementos que rompe el molde y nos presentan algo que no habíamos visto hasta ahora.
Maxim Boniface, bisabuelo de Jack, antiguo Shadowman de los años treinta que tuvo que lidiar con los nazis en USA. Usaba la música al tocar saxo para controlar al loa, siendo el primero en recibir la guadaña —de uno de los Instigadores— para controlarlo y canalizar su poder.
Las sombras sólidas y los trazos duros de Shawn Martinbrough evocan el ambiente tenso de la época, evocando la estética noir/policial de algunos cómics para configurar el período de entreguerras. Cuando los lápices cambian a Stephen Segovia se siente el cambio, las líneas son más blandas y finas, pero funciona mucho mejor que en entregas anteriores, manteniendo el estilo de ambientación de su compañero. El cambio de colorista de Ulises Arreola al presente José Villarrubia también contribuye a una mejora en el resultado final, pues las paletas elegidas por Arreola se sienten constantemente como poco naturales y no terminan de cuajar en el conjunto.
Futuros números seguirán mostrándonos a otros Shadowmen del pasado, y con esto prometen revelar cosas que no conocíamos de la conexión de los Boniface con el loa, lo que podría significar lograr un mayor control sobre éste. Yo, feliz.
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