Cuando pensamos en el ethos que rodea a los samuráis, nos enfrentamos ante una de las figuras más fascinantes de la cultura japonesa. Desde las películas hasta el anime, pasando por los videojuegos y, por supuesto, el manga, el símbolo del samurái ha sido explorado hasta el cansancio con innumerables enfoques, traspasando la barrera idiomática y cultural para encantar a generaciones de niños y jóvenes occidentales. Cabe preguntarse, entonces, si realmente hay algo nuevo que se pueda hacer con samuráis, particularmente en el último rincón del mapa mundi.
Tras divertidas aventuras unitarias y mucho preámbulo a tan esperado encuentro, finalmente The Terrifics cruzan caminos con Tom Strong, el aventurero pulp creado por Alan Moore en su línea ABC Comics —y que DC adquirió con la compra de WildStorm... pobre Moore, no puede escapar de las garras de la compañía— lo que da inicio al segundo arco de la serie, ”Tom Strong & The Terrifics”.
La suerte está echada. Tras haber identificado a Kirby como el perpetrador, envían a Stella a capturarlo. Al verse contra las cuerdas, presenciamos el punto de quiebre que nos hace exclamar un ¡BIEN CTM! enorme. Desde ahora, la aventura de ambos protagonistas realmente empieza, y desde ya podemos ver algunas semillas plantadas para lo que serán futuros desafíos que éstos deberán enfrentar en su desenfrenada huida por New California.
El viaje de Jack Boniface por las vidas de sus antepasados lo lleva a un tiempo donde la civilización aún no existe, la humanidad está en transición de una sociedad nómada a una sedentaria, y el loa de Shadowman no existe. Aún. Efectivamente, pronto presenciaremos el verdadero origen del enigmático loa.
Cuando Gamora logra reunir las Infinity Gems y recupera la parte de sí atrapada en Soulworld, recibe una inesperada visita de Loki. ¿A qué nos llevará todo esto?
Cada vez entiendo menos esta miniserie. En el número anterior parecía que nos ofrecían por fin ciertas explicaciones de esta nueva mitología de los Challengers, recuperando incluso a los integrantes originales de la agrupación, pero en esta entrega volvemos a lo que habíamos tenido en los primeros episodios: exploramos el pasado de uno de los nuevos Challs’ mientras éstos continúan con su misión en un escenario imposible.
Los Fantastic Four habían sido una presencia constante desde su debut en 1961, dando inicio al Universo Marvel como lo conocemos… pero por décadas las ventas de sus series han sido cuanto menos modestas. Sin duda su retorno ha tenido una gran repercusión mediática, pero me pregunto si las ventas acompañarán a la serie — aunque dudo muchísimo que se atrevan a cancelarla de nuevo si es que éstas bajaran — . Como sea, pasemos a lo que tenemos entre manos.
La reunión de los poseedores de las Infinity Gems —me rehuso a decirle Infinity “Stones” como en las películas, qué fome— se lleva a cabo por petición de Doctor Strange, convocando a un variopinto elenco, con intenciones de formar una nueva Infinity Watch. Paralelamente, el viaje de Loki junto a Flowa hacia la Cantera de la Creación, donde experimenta un encuentro multiversal. Hacia el final del número, conocemos la identidad de la misteriosa Requiem —qué breve misterio— y vemos la —aparente— muerte de un héroe. Y así comienza, oficialmente, el evento Marvel del año.
Si en el último número las muertes habían sido escandalosas, este número llega a niveles insospechados… lo que solo me hace pensar aún más en que se trata de una historia de realidad alternativa, visión del futuro, sueño, ilusión o cualquier otra salida que se les pueda ocurrir para decirnos “esto no pasó” o “se soluciona fácil”.
Llámenme escéptico, pero qué mal comienzo es este. Sin duda ocurren cosas, desde los descubrimientos de Loki hasta la ejecución en las páginas finales, pasando por una inconsecuente visita a Soul World y un misterioso personaje que su identidad permanece oculta, pero nada de realmente genera alguna emoción por lo que pueda suceder. Al contrario, se siente todo muy repetido, como algo que ya hemos visto.