Estados Unidos se fue al carajo. Una serie de explosiones nucleares en distintos puntos del territorio dejan al país en ruinas, y la posterior guerra civil acrecienta aún más la precaria condición de sus habitantes. El lugar que mejor se adapta y termina sacando provecho de la situación es New California, la nueva superpotencia y bastión de los excesos americanos.
Ben y Johnny siguen atrapados en una Tierra paralela extraña, donde Spider-Man es un desquiciado dictador, tras ser abandonados por Rachna Koul. Han pasado meses y la dupla ha perdido sus poderes por completo, mientras aun buscan la forma de contactar a su perdida familia. Las crisis existenciales no se hacen esperar, y la desesperanza parece acechar al ex Antorcha Humana.
Entrega agridulce, pues nos abandona el espectacular Evan “Doc” Shaner para ser reemplazado por Joe Bennett. Por suerte, Bennett es un experimentado artista de la casa, y mantiene la lógica narrativa planteada en el número anterior de plasmar una viñeta por página con lo que ocurre con cada uno de los protagonistas; así, vemos cómo cada uno supera los desafíos que se encuentra en este extraño mundo elemental y logra reunirse con los demás.
Mis temores se cumplen e Infinity Countdown se revela como una miniserie placeholder, creada solo para hacer tiempo mientras… no sé, ¿mientras pensaban en una trama real para Infinity Wars?
Nuestra atención se centra en John Freeman I, príncipe heredero al trono del Reino de New Orleans, cuando el Ranger llega a exigir su vida. La visita del extranjero gatilla al Rey John Freeman a analizar su situación familiar, llevándolo a tomar una drástica decisión. Aunque damos un breve vistazo a Archibald Chamberlain y a Bel Solomon, la mayor parte del relato se queda en la corte de los Freeman, extendiéndose en los problemas que el rey tiene con la sucesión de la corona.
Continuamos nuestro viaje al pasado para reencontrarnos con Marcus Boniface, el primer Shadowman del linaje Boniface y antiguo amante de Sandria Darque. El viejo oeste fue una época impasible y un viejo pueblo cayó bajo la siniestra influencia de los Darque, lo que inevitablemente termina arrastrando a Marcus de su retiro para volver a ejercer su labor de protector.
En esta entrega conocemos el pasado de Krunch, uno de nuestros protagonistas, el pelirrojo grandulón. Los misterios comienzan a revelarse poco a poco, y tenemos doppelgängers del multiverso oscuro dando vueltas en el universo tradicional. Esta serie se vuelve cada vez más ininteligible. No leí el evento Metal, del cual surge esta serie, por lo que me pregunto si de haberlo hecho comprendería mejor lo que ocurre… adivino que no. Aun así, no sé si sea porque ya me di por vencido con las expectativas en esta serie o porque realmente se esforzaron, pero pese a lo innecesariamente complicado de la trama y lo extenso de las páginas expositivas explicándonos lo que ocurre, este número se sintió más entretenido que los anteriores y de hecho funciona mejor.
¡Ya estamos cerca del fin! El próximo mes termina este arco, y luego viene el arco final. He seguido esta serie desde que comenzó el 2013, y ha sido un viaje increíble en cada maldita entrega. Esta, por supuesto, no es la excepción.
La conclusión de este two-parter es un tanto extraña, pues funciona más como puente para la serie Champions que como un verdadero desenlace para una miniserie autocontenida. Los jóvenes héroes logran detener la masacre perpetrada por Warbringer y consiguen safarse de lidiar con Thanos, pero no sin serias secuelas psicológicas para RiRi Williams. Tras la aventura, Sam Alexander es despojado inadvertidamente de su casco de Black Nova, lo que lo deja sin poderes de vuelta en la Tierra.
El enfrentamiento final entre Darkhawk y Talonar por la Tierra se ve interrumpido cuando Richard Rider, el célebre miembro del Cuerpo Nova y hermano de este último, se une a la batalla.