¡Excelentísimo episodio! Rick lleva de viaje a Summer y Morty a una realidad alternativa donde Ball Fondlers es toda una franquicia de películas, pero cuando el motor de su auto / nave espacial hecha de basura se queda sin energía, Rick y Morty deberán viajar al interior del motor para solucionarlo, mientras Summer los espera en el interior de la nave, a la cual Rick dio la orden de mantenerla segura. Como es de esperar la misión de la dupla titular no resulta tan simple como esperaban y la situación de Summer se transformará rápidamente en una horrible experiencia.
Continuando con la obsesión de los creadores con los universos alternativos e ideas afines, el motor de Rick funciona en base a un “microverso” creado por él donde desarrolló vida inteligente y les enseñó las bondades de la electricidad. Solo para encender su auto. Y cargar su celular.
Dentro del microverso, eventualmente conocen a Zeep Xanflorp, un genio científico que ideó un “miniverso” donde desarrolló vida inteligente y les enseñó las bondades de la electricidad para proveer energía a todo su planeta.
Rick, enfadado de que ya no estén generando energía para su auto, pide a Zeep viajar al interior de su miniverso, donde descubren que Kyle, un científico local, está creando un “diminuverso” donde desarrolló vida inteligente y planea enseñarles las bondades de la electricidad para proveer energía a todo su planeta.
Paradojas, cuánto las amo.
Pero a pesar que la trama principal es genialidad pura, la subtrama de Summer es lo que probablemente me sacó más carcajadas. El auto / nave de Rick hará lo que sea para mantenerla protegida, pero a medida que su accionar es limitado por una horrorizada Summer, sus soluciones deberán ser cada vez más retorcidas e ingeniosas. Sin duda, lo mejor del capítulo en cuanto a risas.
Stephen Colbert es el actor de voz invitado de esta semana, interpretando a Zeep Xanflorp, y hace un gran trabajo en su papel. Rick y Zeep están al mismo nivel de inteligencia, y Colbert crea un rival digno que logra equiparar a Rick no solo en genialidad, sino que en altanería e ironía. Un divertido papel, que se suma a la lista de invitados de lujo que ha ido sumando el show esta segunda temporada.
Uno de los mejores capítulo de la temporada, muy de agradecer tras el débil episodio anterior.
Rick Remender nos lleva al pasado para conocer más sobre la historia de Saya Kuroki y su relación con su hermano Kenji. Como ya es tradición en Deadly Class, los fuertes lazos de sangre y afectivos guían la narrativa hacia lugares inesperados, particularmente hacia el cierre del número. Sin embargo, a diferencia de otros números — particularmente el anterior — las sorpresas son pocas, manoseando varios clichés sobre relaciones de hermanos y tragedias familiares, recayendo el valor del número en el arte de Wes Craig, quien se luce con su habitual habilidad narrativa, particularmente en la gran escena climática protagonizada por el patriarca Kuroki.
Se levantan dudas sobre cómo Saya revertirá su posición actual, en especial cómo esto se relacionará con Marcus, quien nos dio la sorpresa del momento el número pasado.
Convergence: Superboy and the Legion of Super-Heroes #002
“Down in the Bunker”
Convergence: Superboy and the Legion of Super-Heroes #002
Si la entrega anterior se centró en Superboy y la Legion of Super-Heroes, esta segunda y final se enfoca mucho más en los Atomic Knights. Habitantes de un futuro post-apocalíptico donde la humanidad devastó la Tierra con las bombas atómicas, y los sobrevivientes hacen lo que pueden para vivir un día más. Aunque Stuart Moore conoce a la Legion de hace años, por alguna razón los Atomic Knights se vuelven mucho más interesantes que ellos al contrastarlos entre sí: un grupo de guerreros que luchan por la sobrevivencia de su gente contra un grupo de jóvenes idealistas que aún son capaces de ver con optimismo el futuro.
El arte es muy diferente al del número anterior, ya que pasamos de unos lápices por Gus Storms a un boceteo a medias de Peter Gross, teniendo que darle el acabado el entintador Mark Farmer. Aún así, probablemente el cambio es para mejor… aunque no sea un arte espectacular, es un tanto más oscuro o “serio”, lo que viene bien con el centro en los Atomic Knights (a pesar que los colores de John Rauch siguen siendo igual de planos y chillones).
La historia en sí misma es el choque de ideologías entre ambos grupos, pero de forma algo simplona… los costos de tener solo 2 números. Cuando los Atomic Knights se muestran por una lucha mucho más justa, la Legion se ve muy pedante y dictatorial, lo cual ni calza con ellos ni creo que haya sido la intención de Moore. Al final del día la razón triunfa sobre la violencia y ambos grupos se unen en una ayuda mutua, con un bonito cierre retomando el tema de volverse un adulto del número anterior. El pequeño aporte de la miniserie al evento central es apuntar que al parecer todo esto no ocurre en un solo planeta, sino que hay dos… aunque en el fondo todos sabemos que a nadie le importa eso.
Ahora quiero leer una serie centrada en los Atomic Knights, y que la Legion siga en el refrigerador hasta que algún guionista pueda darles el empujón necesario. Tal vez si DnA quisieran volver…
Es el examen final en Kings Dominion Atelier of the Deadly Arts, una sombría institución especializada en entrenar la nueva generación de los asesinos más letales del mundo, y el objetivo es claro: los “ratas”, alumnos sin afiliación a una familia histórica o millonaria. Pasarán al siguiente año solo los que consigan asesinar a un “rata”, y los “ratas” que logren sobrevivir la noche de cacería serán readmitidos como miembros valiosos de la escuela.
Por supuesto Marcus, nuestro protagonista, es un “rata”.
Este, junto a Billy, su amigo punk, y Petra, una chica gótica, deciden escapar de la ciudad, algo que probablemente nadie esperaría, pensando que todos están ansiosos por volver a tan “prestigiosa” institución. El antiguo amor de Marco, la letal artista marcial japonesa Saya, y su actual novio Willie, ex-mejor amigo de Marco, están tras su rastro, mientras Shabnam, compañero de cuarto de Marco, mueve todas sus influencias por acabar con él de una vez por todas y coronarse como el mejor asesino de su generación.
Muchas más cosas están pasando, pero creo que con eso ya se pueden hacer una idea de lo intensa que es la serie. Rick Remender destila lo mejor que tiene en su arsenal en los guiones de Deadly Class, creando una narrativa horriblemente tensa, adrenalínica, sangrienta, y sobre todo, jodidamente divertidísima de leer. Los constantes cambios en lealtades, revelaciones y acción sin fin son una delicia para el disfrute del lector, pero al mismo tiempo no son más que una excusa para explorar sentimientos tan personales como la inseguridad adolescente, el miedo a ser traicionado, el despecho y el odio, pero también la confianza, el amor y el compañerismo.
Como declarado fan de Remender disfruto de todas sus series, pero al lado de Black Science, Tokyo Ghost y LOW, puedo afirmar con seguridad que Deadly Class es la mejor serie de todas — dejando a LOW como la mejor serie de ciencia ficción, género en el que se enmarcan las otras tres — . Y gran parte de este mérito se lo lleva Wes Craig, un talento sin igual en el panorama actual, con una expresividad, agilidad, naturalidad y originalidad narrativa impresionantes. Creo que lo que mejor podría definir su arte es que es honesto, pues los personajes se sienten reales, sus emociones se perciben frágiles y su sufrimiento es palpable. Puede que no sea tan impactante como Sean Murphy, tan frenético como Matteo Scalera o tan bello como Greg Tocchini, pero es capaz de conjugar estas tres características en un trazo pulcro, colores — de Jordan Boyd — limpios y viñetas ordenadas y claras, sin disfraces o distracciones visuales que oculten falencias narrativas. Su talento es transparente, innegable y al servicio total de la narración.
Willie va en busca de Marcus, Billy parece pone en duda sus lealtades y la mierda golpea el ventilador. Shit just got real.
¡Puta madre, que es buena esta serie!
Tokyo Ghost #006
Un nuevo arco comienza en Tokyo Ghost, tras los lamentables hechos en Tokio del último número.
El alguacil Led Dent ha vuelto a su estado tecno-adicto, cuidando implacable y ultra-violentamente la ley de Mr. Flak y los millonarios que manejan el mundo futurista, bajo el control de Davey Trauma. La explosión de Tokio no es más que la antesala para que Flak se apodere del resto de Japón, pero un fantasma viejo de los muertos en Tokio aparece para hacer que Led enfrente su naturaleza de una vez por todas.
El arte de Sean Murphy es lo que más se luce, con el guion de Rick Remender preparando discretamente lo que pasará en próximos números. El número abre con la alocada imaginación de ambos cocreadores, utilizando un humor cínico y cargado a la violencia, algo ya característico de la serie, pasando por una hipersexualización de una sociedad llevada al límite por la estupidez y la adicción generalizada de la población a la tecnología. Aunque la crítica a la hiperconectividad del mundo actual es más que evidente, pareciera que Remender tiene otro objetivo final en el horizonte, uno más humanista y personal.
Con la energía recién encendiéndose de nuevo, Tokyo Ghost #006 es un número discreto comparado a los anteriores. Un descanso tal vez necesario, preparándonos para la montaña rusa que seguramente nos tienen preparado en las próximas entregas.
East of West #025
Después que el profeta Orion enviara El Mensaje a los Elegidos, su impía reunión se acerca. The Wolf se alía con su tío Narsimha, Jefe de The Endless Nation, mientras Death busca a Hunter para contratar sus servicios de rastreador… ¿Qué es lo que buscará Muerte? ¿Quién es el próximo que tendrá sus días contados y caería a los pies de la venganza blanca?
Al igual que con el número anterior, es poco lo que progresa la historia a grandes rasgos. En cambio, el valor de esta entrega — y francamente, de casi toda esta serie — se encuentra en los pequeños momentos de los diversos personajes. Diálogos como los del presidente Chamberlain con su sobrina Constance, con esa grandilocuencia característica de Jonathan Hickman, es lo que hacen que números tan ligeros de trama valgan la pena leer.
Por supuesto, el arte de Nick Dragotta es otro punto positivo. Esta vez fue divertido comparar su trabajo en este número con el primero de la serie, con la visita de Death en la cantina de Hunterhaciendo eco a la original. Se nota mucho más seguro de su trazo, poniéndole más dinamismo a las peleas con menos recursos.
Concluyo lo mismo que en la entrega anterior, este fue un número lento pero necesario para lo que se viene. Y viendo el cliffhanger, ahora sí que se viene.
“Smash & Grab”
Aunque la historia del FCBD ocurre antes, este fue el primer acercamiento que tuvimos a los Guardians of the Galaxy de Gerry Duggan y Aaron Kuder.
All-New Guardians of the Galaxy (2017) #001
“Smash & Grab”
Aunque la historia del FCBD ocurre antes, este fue el primer acercamiento que tuvimos a los Guardians of the Galaxy de Gerry Duggan y Aaron Kuder.
A su favor, la escena de apertura es enérgica y divertida. Duggan demuestra sus orígenes de humorista con bits y puns por doquier, sin permitir que la energía de las primeras se disipe hasta el final. También logra otorgarle voces distintivas a nuestros protagonistas, esbozando además ciertos rasgos que serán explorados en el largo plazo, como el inesperado pacifismo de Drax o el secretismo de Gamora.
Ahora bien, ¿Groot bebé? ¿En serio? Sí, Duggan se saca de la manga una sorprendentemente buena explicación de por qué es un bebé, no deja de ser casi obseno el aprovechamiento con la sinergia de la película, casi rogando ser tomados en cuenta. “¿Recuerdan lo divertido y adorable que era Groot bebé? ¡Aquí también lo tenemos, léannos!”
El catalizador de esta historia hasta ahora es Grandmaster en su eterno enfrentamiento con Collector. ¿Adivinen dónde más aparecen ambos personajes? Sí, en el MCU. Grandmaster hará su debut en Thor: Ragnarok encarnado por Jeff Goldblum, y a Collector (sin contar su debut cinematográfico en la primera Guardians of the Galaxy, interpretado por Benicio del Toro) ya lo vimos en la serie Legendary Star-Lord interactuando con el intrépido líder. Pero además vimos a ambos Elders of the Universe en los primeros episodios de la serie animada de los Guardians. Incluso, hace poco Disney World abrió una nueva atracción dedicada a los Guardians of the Galaxy, donde escapan de la colección privada de Taneleer Tivan, ¡y hasta tiene una miniserie llamada “Mission: Breakout” en publicación al mismo tiempo que esta historia!
La reiteración de ideas es demasiado notoria. Pareciera que Duggan se va a la segura con lo que el lector puede reconocer de otros medios — principalmente el cine — , proponiendo hasta ahora escasos elementos propios a la mitología de los personajes. Claro, es solo el primer número — o uno y medio si le sumamos el FCBD — y en diversas entrevistas ha mencionado su entusiasmo por jugar con elementos cósmicos de la editorial, pero este inicio no es el mejor augurio. Here’s hoping.
4 Esquinas es una colección de historietas algo engañosa. Sus historias pueden ser disfrutadas fácilmente mientras se leen y parecen algo inofensivas, pero cada final te descoloca y parece no tener demasiado sentido.
Un amigo comentaba que las historias de Claudio Rocco son como los sueños: terminan abruptamente, y te dejan la sensación de que lo importante es haber soñado más que entender el sueño mismo.
Comprendo esa sensación, pero creo ver más de lo que aparentan dichos finales. Hay una reflexión sobre nuestra mentalidad, de quienes somos como individuos, inmersos en un colectivo en constante contradicción con su pensar y actuar. Son vistazos a la parte fea de nosotros, aquella identidad mezquina, clasista y xenófoba. Somos nosotros sintiéndonos bakanes mientras somos unos weones de mierda a la vuelta de la esquina. Pero hay esperanza. A veces solo hace falta dibujar una flor.
Son tiempos extraños en las oficinas de Marvel. Ayer nos enterábamos que Black Bolt tendrá su primera serie regular propia, en una insistencia más de parte de la editorial por empujar a los Inhumanos como “The Next Big Thing”. De pronto tenemos series como Foolkiller, Solo y Slapstick. Los clones de Spider-Man vuelven a estar de moda, los X-Men parecen por fin tener un futuro un poco más seguro… y aparece Thanos.
Pero no es primera vez que el Titán Loco protagoniza una serie. Ya lo hizo el año 2003 bajo la pluma de su padre y quien mejor sabe escribirlo, Jim Starlin, seguido de un inspiradísimo Keith Giffen a toda máquina creativa. 12 números que abrieron paso al megaevento Annihilation y toda la explosión cósmica que vino después.
Recientemente, Thanos regresó de su destino en Secret Wars en las páginas de la serie The Ultimates, de la mano de Al Ewing, quien ha estado proponiendo intrigantes ideas sobre el nuevo orden cósmico del Universo Marvel. A causa de esto, albergaba esperanzas que el guionista inglés pudiera hacer algo entretenido con el Titán Loco, pero el anuncio de su serie regular guionizada por Jeff Lemire mató mis ilusiones. O así debió ser, pues por alguna razón había olvidado por completo su anuncio hasta la semana pasada que salió el primer número.
El cómic tiene un sabor cósmico innegable. Corvus Glaive (secuaz de Thanos) la Black Order (grupo de mercenarios al servicio de Thanos), Champion (uno de los Elders of the Universe, como Collector, quien perdiera alguna vez la Power Gem ante Thanos), Starfox (hermano de Thanos), Thane (hijo de Thanos) y Death (antiguo amor de Thanos), todos hacen su aparición en este concurrido número y, como pueden darse cuenta, todo guarda estrecha relación con nuestro protagonista. Lamentablemente, el guion de Jeff Lemire no se siente como una creación de su pluma; en cambio, se lee como un cómic muy genérico, bien lo pudo haber escrito Sam Humprhies, Nick Spencer o cualquier otro guionista promedio de Marvel. Pese a su buen ritmo general, la narrativa se siente monótona, y los hechos forzados y predecibles.
La Black Order bien podría no existir, pues prácticamente todos sus ilustres miembros han muerto. Supergiant fue detonada junto a una bomba; Black Dwarf fue asesinada por Ronan; Ebony Maw comenzó a disciplinar a Thane para luego perderse en su subconsciente — o… algo así… reconozco que este sujeto es bastante confuso — ; y de Proxima Midnight no se sabe nada desde que Castle Doom fuera destruido con ella dentro en Secret Wars. El único remanente aparte del Titán, Corvus Glaive, hace su reaparición en esta entrega, pero lamentablemente no es para quedarse, lo que me resulta en un desperdicio enorme pues el concepto de la Black Order aún presentaba mucho potencial.
Ahora bien, lo último que supe de Thanos antes de este debut fue en The Ultimates #011, donde fue neutralizado por el equipo; ya que no estoy siguiendo Civil War II, desconozco si pasó algo relevante con él en dicho evento o es que simplemente se dará el salto con el personaje de estar tendido en el suelo del Triskelion a recuperar el control de la Black Order sin mayores explicaciones, pero me da la sensación de que cualquier evento anterior reciente será ignorado por esta serie. Espero equivocarme.
El diseño de viñetas que utiliza Mike Deodato es uno muy cuadrado, con rectángulos y líneas divisorias sin ton ni son que a mi juicio no terminan de funcionar, y es un recurso que usa durante casi todo el número. Me recuerdan un poco al juevo de viñetas que se ha puesto de moda en la editorial por artistas como David Aja, Chris Samnee y ahora Andrea Sorrentino, pero a diferencia de aquí, generalmente tienen una razón de ser. El trabajo de Deodato me gusta lo suficiente como para disfrutar el número — aunque a ratos se ve demasiado oscuro — pero sus viñetas con tanto recuadro innecesario me desagradaron bastante.
Por otro lado, Thane, quien parece será la amenaza principal de nuestro protagonista — al menos en un inicio — me emociona menos que bailar con la hermana. Su creación fue producto de imposiciones editoriales sobre Jonathan Hickman en su evento Infinity, en el crossover The Black Vortex su presencia fue pésimamente aprovechada y aunque sé que en la miniserie digital Thanos: A God Up There Listening su papel es más relevante, ni el guionista ni el artista me han convencido en el pasado así que decidí ignorarla por completo. Al final, lo único que me da curiosidad es ver qué interés tiene Death en él, y el grupo de secuases que se está reuniendo.
Entrando en terreno de spoilers, el giro final me pareció sumamente tibio, pues 1) amenazar con eliminar al protagonista y titular de la serie en el primer número casi nunca termina realmente en su muerte; 2) aunque se muera, Thanos ya ha regresado de la muerte y situaciones aún peores en varias ocasiones, por lo que morir no significa mucho para un personaje como él; y 3) lo más probable es que al final algo haga el Titán Loco que lo salve de su fin.
Eso sí, toda esta situación presenta unas cuantas dudas interesantes. Desde que regresara de la muerte poco antes de The Thanos Imperative, nuestro querido Thanos se veía imposibilitado de morir; que ahora esté muriendo lentamente es un cambio importante. ¿Está muriendo por culpa de Death? ¿Significa que por fin lo acepatará a su lado? Y si no depende de ella, ¿por qué parece querer ayudar a Thane a asesinarlo? Más aún, ¿realmente lo quiere muerto, o está simplemente manipulando a Thane para alcanzar un objetivo por ahora desconocido?
En definitiva, pese a no ser un número terrible, es muy olvidable en términos generales. Fue una decepción que espero mejore en entregas posteriores, pues el personaje es uno de los más atractivos de la editorial cuando es bien escrito, y los elementos presentados en el número dan para mucho.
Más de 30 números en esta historia se vuelve cada vez más evidente la importancia de algunos personajes por sobre otros, y Andrew Archibald Chamberlain se perfila como uno de los principales actores en la guerra de las naciones. En este número el hombre hace su movida, cambiando el escenario de alianzas entre las naciones, además pudimos conocer un poco de su pasado como un joven pistolero, y por si fuera poco, de paso conocemos el origen del cual vienen esos misteriosos ojos parlanchines.
Sin ahondar demasiado en los hechos, está claro que Jonathan Hickman disfruta de sus floridos diálogos y complejos entramados políticos. Alianzas nacen y se rompen cada número, a medida que cualquier idea de predicción se diluye a medida que vamos avanzando las páginas; porque creo que esa es una impresionante virtud del guionista que pocas veces se tienen en cuenta: la capacidad de sorprender y mantenerse un paso adelante del lector, evitando la predictibilidad. Por otro lado, Nick Dragotta se mantiene al mismo nivel de siempre, lo que a estas alturas ya no es ninguna novedad. Simplemente dos autores dándolo todo. Al final del día solo me queda una duda: ¿quién era la profeta y por qué se ganó ese final?
Cuando estaba recién explorando el Universo Marvel llegué a Secret Avengers, donde un para mí desconocido Rick Remender hacía de las suyas. Fascinado por sus retorcidas ideas llegué a otra de sus series, Fear Agent, y quedé prendado para siempre de su trabajo. Saltamos al 2016, retirado ya de la Casa de las Ideas y con una nutrida parrilla de series en Image Comics, se anuncia otra serie más, esta vez junto al increíble Jerome Opeña. Feliz.
Seven to Eternity es la acumulación de toda la experiencia obtenida por ambos autores en la ciencia ficción, creación de mundos en su máxima expresión. El arte de Opeña te deja loco como nunca antes, y el ritmo narrativo de Remender está afinado super bien. Lo que más disfruté en este debut fue la concepción de mundo, esta idea de una raza especial capaz de conectarse espiritualmente a sus ancestros y adquirir poderes mágicos, tanto conceptual como visualmente resulta muy atractivo. Con ganas de seguir leyendo.
Una tragedia griega moderna
“The Hiketeia”, en lugar de tratarse de una aventura sobre Wonder Woman, prefiere explorar cómo ésta es percibida por quienes la rodean.
“Wonder Woman: The Hiketeia” (2002) de Rucka y J.G. Jones: una tragedia griega moderna
Nunca había hecho tanto frío en Themyscira.
Estando en plena celebración en honor a Wonder Woman, cabe preguntarse ¿cuántas historias has leído tú, querido lector, con la Mujer Maravilla como protagonista? Probablemente, menos de diez.
Y es que salvo por etapas como la de George Pérez a mediados de los ochenta o la muy reciente de Brian Azzarello, pocas son las historias de la heroína amazona que han logrado capturar el interés de los lectores y la crítica por igual. Una mezcla de prejuicios históricos por ser mujer, sumado a una complejidad moral presente en la dicotomía de una guerrera amazona como embajadora de la paz, tornan a Wondie en un personaje difícil de abordar e incluso escribir.
Si por algo es conocido el guionista californiano Greg Rucka es por su habilidad al escribir personajes femeninos, ¿su secreto? Las trata como personas, sin sesgos de género que muchos, inconscientemente, tienden a seguir. Pese a ello, incluso él reconoce a Diana como un personaje difícil de abordar. En sus palabras, entrar por primera vez en su cabeza fue “sanguinario”. Tanto así que para escribir “The Hiketeia”, en lugar de realizar una aventura sobre la amazona, decidió abordar el cómo ésta era percibida por los demás, enfoque que continuaría en su primera etapa en la cabecera de Wonder Woman el año 2003, la cual duraría tres años.
¿De qué trata la historia? Según la sinopsis de la edición de ECC Cómics: “Hiketeia es un antiguo ritual griego que vincula a maestro y siervo en una relación de servidumbre y respeto mutuos. La princesa Diana de Themyscira, conocida por el mundo entero como la imponente Wonder Woman, debe dar con un modo de ayudar a Danielle Wellys… Una buena chica con un mal pasado. Wonder Woman tiene que proteger e instruir a su suplicante, pues Hiketeia es un juramento que, si se rompe, hará que toda la ira de los dioses caiga sobre ella. Y mientras tanto… el Caballero Oscuro de Gotham City, Batman, está decidido a cumplir su autoimpuesta misión: la de llevar a Danielle ante la justicia.”
La trama está narrada in media res por Diana, quien reflexiona sobre los hechos ocurridos durante esta historia. Trabajando como embajadora política de Themyscira, nuestra protagonista se ve envuelta en la vida de Danielle Wellys, una joven que huye de Batman tras verse envuelta en una serie de asesinatos, suplicando a Wonder Woman por el hiketeia. Así, el respeto de ambos héroes por sus propias leyes se verá enfrentado en una historia cargada por la pesadumbre del inevitable desenlace. “The Hiketeia” es una historia emocional, por momentos desgarradora, de inocencia perdida y sueños rotos.
Las tragedias griegas son historias de lo insoluble.
El enfoque de Rucka busca retratar una sola faceta de Diana, siendo este su primer acercamiento al personaje. Su lado griego y raíces mitológicas se hacen presentes, casi como si buscaran atormentar su existencia e invadir los demás aspectos de su vida, en forma de las temibles Erinias, personificaciones femeninas de la venganza, impartiendo el juicio que la Hiketeia exige. En la historia, Batman es retratado de forma unidimensional, obsesionado con hacer cumplir la ley del hombre, decisión consciente del autor — su valía guonizando al Hombre Murciélago quedó demostrada en trabajos pasados — para desplegar una fuerza que avanza en dirección opuesta a nuestra protagonista y termina desencadenando el drama al final de la obra.
En 96 páginas nos encontramos con una historia equilibrada, de rápida lectura pero que sabe tomar pausas para la reflexión de los eventos, a la vez que nos permite vislumbrar lo que se acerca a lo lejos. La tensión que representa la constante presencia de las Erinias es notoria y se vuelve palpable a medida que transcurren las escenas, aumentando la ansiedad del lector. La ambientación y tono resultan en un excelente balance entre guionista y artista, con un J.G. Jones muy correcto en la composición de páginas al momento de llevar el ritmo.
Si bien las figuras en algunas poses —y sobre todo sus rostros— resultan algo extrañas, dejando entrever que no estamos ante el Jones más inspirado, lo compensa con deliciosos detalles entre las viñetas, jugando con éstas para incorporar elementos de la iconografía griega que enriquecen la lectura. A esto se suman las pulcras tintas de Wade von Grawbadger y el coloreado del siempre increíble Dave Stewart, refinando el trabajo de Jones a un nivel por sobre la media.
Pero no nos perdamos solo en alabanzas, pues es posible que esta no sea una historia que logre satisfacer a todos. Por ser la primera vez de Rucka a cargo de la embajadora de Themyscira se nota cierta lejanía hacia Diana, pues el relato peligra en covertirse en algo frío si el lector no engancha con el tono que busca el autor. Asimismo, las escasas peleas y “ninguneo” hacia Batman —patente desde la portada misma— pueden echar para atrás a los lectores que busquen algo más cargado de acción superheroica.
Pese a todo esto, el año 2003, Rucka ganaría el Premio Eisner a Mejor Escritor por su trabajo en su serie original Queen & Country y Wonder Woman: The Hiketeia. Resulta adecuado entonces que esta primera toma de contacto entre autor y personaje, una aproximación en búsqueda de la voz adecuada para la Princesa Amazona, se convirtiera en uno de los mejores puntos de entrada para los lectores que quieran acercarse a Wonder Woman.