Me da pena pensar que, en estos momentos, todas y cada una de las series protagonizadas por los Guardians of the Galaxy son pasmantemente irrelevantes y pasarán a la historia con más pena que gloria.
El arte de Kris Anka asegura un cómic visualmente excelente, pero aunque Chip Zdarsky sabe manejar el humor y pareciera que también sabe crear buenos momentos de personajes (no he leído sus otros trabajos), me temo que la historia misma no prende para más que una lectura anecdótica para pasar el rato. Solo espero que con el pasar de los números eso cambie.
El Thanos de esta historia es uno mucho más débil del que conocemos, pero más allá de eso sigue siendo el mismo genio estratega de siempre. Nos pasamos dos números conociendo a la familia Bakian para llegar a esto: Thanos utilizando la Time Gem para retroceder en el tiempo e ir aprendiendo de sus errores, hasta infiltrarse para poder destruirlos desde dentro.
Dustin Weaver y Gerry Duggan están creando una entretenida historia con elementos inteligentemente elegidos, especialmente el componente familiar que significan los Nova, en medio de todo. Especialmente adorable el origen del nombre de Groot. Además, Weaver se maneja muy bien con los diseños de los personajes, logrando un look distintivo para sus versiones particulares, desde un Drax más atlético hasta un guantelete de diseño mecánico. Lo único que tienen que hacer es preocuparse de no decepcionar con el cierre, porque en lo demás ya están más que aprobados.
Guardians of Knowhere #002
Meh. Supongo que la intención de Brian Michael Bendis con este número es que el personaje de Yotat resultara atractivo o al menos divertido como villano, pero termina resultándome bastante indiferente. Reconozco parte de la originalidad en su trabajo, optando por un personaje nuevo en lugar de simplemente darle un nuevo giro a alguno ya existente, pero la novedad tampoco es mucha… especialmente chirriante fueron esos “Nova Corps” que le veo tan poco sentido como a su etapa general con los Guardians.
Eso sí, cuando hay que mostrar una figura hiper-musculada, Mike Deodato es el hombre adecuado. Con sus lápices construye un relato oscuro, tal vez demasiado para el tono bobalicón de Bendis en esta historia, pero que permite darle algo de gravitas a sus guiones.
Tampoco es nada terrible, a ver si desde aquí mejora o empeora.
Groot #003
A ver, hoy tenemos… ¡¿otra vez?! el origen de la amistad entre Groot y Rocket Raccoon.
Ya me comienza a molestar este revisionismo instigado por las versiones cinematográficas… Los Guardians se conocieron en la prisión Kree durante la crisis vivida en Annihilation: Conquest, ¿por qué ven necesario cambiar todo, y peor aún, como si nada? Ni siquiera son ajustes en la continuidad, son flagrantes omisiones a la historia original… peeero, a pesar de ello, está contado con gracia, Groot es adorable y Rocket divertido, no como el animal perpetuamente malhumorado de Bendis.
Más allá de esto, Silver Surfer y su compañera de viajes Dawn Greenwood hacen una visita en este número. Groot continúa su búsqueda de su viejo amigo y se topa con esta pareja espacial… y meh, ocurre una simpática pero genérica historia unitaria donde nuestro protagonista ayuda a alguien en el camino a lo que realmente importa. Creo que lo mejor es el arte de Brian Kesinger, muy expresivo y adecuado para el tono humorístico y liviano que Jeff Loveness le da a la serie.
Como dije, anda terrible, ni nada maravilloso.
Bucky Barnes: The Winter Soldier #010
Ah, come on! Lo que comenzó como una arriesgada propuesta se ha vuelto una gran decepción. Ha sido una historia alargada artificialmente a través de viajes alucinógenos, vistas al pasado, otras dimensiones y debates existenciales que sí, pueden ser intrigantes -de hecho lo han sido la mayor parte del tiempo- pero usados hasta el hartazgo se vuelve cansino y no lleva a nada. Incluso el arte de Marco Rudy se ha desinflado, bajando la precisión e inventiva de su increíble desplante inicial a un flojo armazón de círculos.
Algo que suele ocurrirme con estas series spin-off es el poco interés que consiguen despertar en mí. Casi siempre son aventuras sin impacto real en la continuidad, ni siquiera en su historia personal, por lo que es inevitable percibirlas como intrascendentes e ignorables. Lamentablemente, hasta ahora la serie de Gamora no ha sido la excepción, pese al siempre hermoso trabajo de Marco Checchetto.
El guion de Nicole Perlman es bastante correcto, pese a su aparente irrelevancia como ya mencionaba, pero… no sé si a ustedes les pasará lo mismo, pero me incomoda mucho cuando personajes extraterrestres usan referencias o chistes relacionados con costumbres, idiomas y cultura terrestre. Me resulta fuera de lugar, por razones que deberían ser obvias: ¡son extraterrestres!
En fin, otra serie más de los Guardians que resulta cero aporte. Gracias, Bendis (?).
Pareciera que los problemas en Wakanda no hacen más que crecer. La fuerza de las Dora Milaje rebeldes va en aumento, el descontento de la población wakandés es cada vez mayor y la amenaza del chamán Tetu y Zenzi poco a poco se vuelve inmanejable para T’Challa. Considerando que Ta-Nehisi Coates dijo que el primer arco, “A Nation Under Our Feet”, sería de cuatro entregas, me pregunto cómo cerrará estos conflictos de forma satisfactoria en un solo número. Es obvio que no todo terminará en el próximo número, pero me pregunto cómo será la transición hacia el siguiente arco, “A Sword for Lions”.
Para mí es particularmente interesante cómo Coates ha abordado a las Dora Milaje. En una entrevista, reconocía que el concepto de las Dora Milaje no le parecía muy interesante, pero la insistencia de Joe Quesada, fan de esta idea, lo llevó a replantear sus concepciones sobre este concepto y desarrollar la propuesta que ha estado construyendo en estos tres números. Las Dora Milaje de Coates son dicidentes insatisfechas del gobierno monárquico inefectivo bajo el que viven, y buscan recuperar el control por la vía armada. Sus intenciones son nobles y sus métodos son justos, regidas por un código de honor admirable. Dignas adversarias — y quién sabe, puede que a futuro nuevamente aliadas — de un personaje como Black Panther.
Esta entrega se centra además en la figura de Tetu, el chamán que parece guiar los movimientos de Zenzi y una fuerza a tener en cuenta. Tetu parece actuar guiado por los espíritus de la naturaleza, herida por el avance de “la carne”. Su poder parece respaldar su convicción, volviéndolo alguien de temer. Paralelamente, Shuri se encuentra en el Djalia, el espacio de la memoria wakandés donde la sabiduría del pueblo persiste en espíritu. ¿Qué implicará esto para Shuri y T’Challa? ¿Podrá regresar al mundo de los vivos? Y si lo hace, ¿será como aliada o enemiga de su hermano?
Un punto ineludible a destacar en cada número es el inmenso trabajo de Brian Stelfreeze. La composición de viñetas y el ritmo es muy bueno, siguiendo una narrativa más tradicional y alejada de la que se ha impuesto por artistas como David Aja y Chris Samnee. Supongo que no hay forma de hablar de esto sin parecer un tanto racista, pero como en Chile eso no es problema (?) no puedo sino referirme a la habilidad del artista afroamericano para ilustrar personajes de raza negra; es admirable la forma en que aborda distintas “tonalidades de negro”, por llamarlo de alguna manera, desde los de piel casi negra a los cafés más claros, todos con una naturalidad visual envidiable y algo que realmente se ve poco en la escena comiquera. Esto sumado al coloreado de Laura Martin dan como resultado un cómic muy representativo de la raza negra. Como dije, supongo que no hay menor manera de hablar del tema, así que lo dejamos hasta aquí.
En resumen, Black Panther sigue siendo una excelente lectura con temas intrigantes y un apartado artístico de primera. Totalmente recomendado.
Pese a un final (a mi parecer) un tanto tibio en comparación a todo lo que se había hecho hasta este punto, Wrath of the Eternal Warrior fue una serie estelar de principio a fin. Gracias a ésta conocimos más del muchas veces caótico pasado de Gilad Anni-Padda, el Guerrero Eterno y jurado protector del Geomancer en la Tierra. Venditti nos regaló un vistazo al tras bambalinas de su vida, volviendo su aparente bendición inmortal en un constante conflicto y su labor de protector un duro sacrificio.
Ahora la gran pregunta es cuándo volveremos a encontrarnos con el genial Eternal Warrior, pero siempre he respetado la decisión de la editorial Valiant de dejar descansar a los personajes hasta tener una nueva idea con la que trabajarlos, en vez de explotarlos mes a mes hasta el desgaste. Nos vemos pronto, Gilad.
PD: ¡Miren esa portada variante! ¿Acaso no es adorable?
Debo partir por aclarar — en honor a la transparencia — que dejé de leer a Batwoman desde el debacle ocurrido con J.H. Williams III y W. Haden Blackman, y a DC Comics desde hace varios meses, por lo que, de cierta manera, esta es mi reconciliación con el personaje y la editorial.
Ahora bien, habiendo leído Batwoman: Rebirth #001 y ahora Batwoman #001, siento como si no me hubiera perdido de nada, salvo por un par de detalles que parecen no tener mayor importancia en el gran esquema, pues los misterios que parecen realmente importarles a Marguerite Bennett y James Tynion IV surgen del llamado “Año Perdido”, un hueco en la continuidad estructurada hace años por Greg Rucka que convenientemente les da el espacio para zambullirse en nuevas aguas.
En primer lugar, la misión de Kate Kane, encomendada por Batman nada menos, es detener los restos del “vemon monster” que quedaran tras el evento “Night of the Monster Men”, lo que lleva a nuestra pálida protagonista a través del globo tras su rastro. Acompañándola se encuentra Julia Pennyworth, quien oficia de central en las misiones y le da a alguien con quien interactuar durante la mayor parte del número.
Mi primer reparo se encuentra justamente en Julia. Lo que podría entender como la intención de canalizar la refinada ironía de Alfred hacia su hija, termina siendo un tanto molesto al leer un intento de broma sarcástica tras otro en prácticamente cada una de sus intervenciones. Más allá de esto, que tampoco es un problema grave, su función se ve muy espejada en su padre, si bien cierto diálogo da a pensar que en sus intenciones hay más de lo que estamos viendo, lo que nos da una idea de algunos giros que pueden venir en el futuro para darle sabor.
En cuanto a nuestra querida Kate, su actual misión la lleva a reencontrarse con una parte de su pasado que pareciera haber terminado de muy mala forma. este “Año Perdido” dará que hablar, solo queda preguntarnos si esto se solucionará en el primer arco o bien será una constante durante esta nueva etapa de nuestra heroína.
Por el lado de los lápices, Steve Epting le pone talento con su estilo sobrio y realista, imitando de buena manera a un Williams III más minimalista principalmente en flashbacks o momentos clave. El artista estadounidense continúa la herencia artística de mejor manera que la segunda mitad del volumen anterior, lo cual se agradece muchísimo.
En definitiva, nos encontramos ante un inicio entretenido y bastante prometedor, pero que deja varias dudas sobre los personajes nuevos y su desarrollo a largo plazo. Tengo ganas de disfrutar otra vez de Batwoman, no me decepcionen.
Tras asesinar a Mr. Flak, Debbie Decay se enfrenta a un liberado Davey Trauma, pero la situación se escapa de su control cuando el pulso electromagnético no funciona con Davey y debe enfrentarse a un Led aún bajo el control de su adicción a la tecnología. Pero justo cuando parecía que ambos tenían una oportunidad de triunfo, Trauma se encarga de recordarnos que Rick Remender no se ha olvidado de hacernos sentir miserables esta semana.
El número abre con un nuevo flashback a la infancia de Debbie y Teddy, mostrándonos lo jodido que fue su niñez y el lazo que ambos compartían, desarrollando aún más la relación entre ambos personajes. A mi parecer esta es una extraña relación de codependencia, que a ratos pareciera que va a funcionar, pero siempre hay algo que lo arruina. Me pregunto si la intención final de Remender es mostrar una relación donde el amor es más fuerte que todo, o donde los personajes, casi definidos por sus adicciones, cambian una dependencia por otra. Tal vez sea una lectura muy cínica de la situación, pero no puedo evitarlo… puede que haya leído mucho a este guionista y me esté contagiando.
En el apartado artístico no hay mucho que destacar. Como siempre, Sean Murphy hace un gran trabajo acompañado por los colores de Matt Hollingsworth, pero sería todo. Me gustaría algún cambio en la narrativa visual, ya sea de registro o paleta cromática, aunque quejarse de Murphy y Hollingsworth es quejarse de lleno pues ambos son excelentes.
Ya queda menos. Si los rumores son ciertos, nos quedan solo dos números más de Tokyo Ghost. ¿Terminará con un final feliz?
Mocha Dick, la leyenda de la ballena blanca (2012)
UN CÓMIC AL DÍA — Día 4
Mocha Dick, la leyenda de la ballena blanca (2012)
Curioso haber leído Álex Nemo antes que Mocha Dick. El consenso con el que me he encontrado en las redes es que la obra más reciente de la dupla es una mejora respecto de la anterior. Mi opinión es contraria.
No es que Álex Nemo sea un mal cómic, pero es una historieta cuya ambición a ratos le juega en contra, plagada de referencias y explicaciones, donde Mocha Dick es mucho más directa y por tanto con mayor libertad de que la historia simplemente fluya su curso. El arte de Gonzalo Martínez me parece excelente en ambos cómics, en todo caso.
Nuevamente una excelente historieta chilena, una divertida aventura con vocación de enseñarnos más de nuestra propia cultura chilena. Lo cual se agradece.
PD: Sí, yo tengo la edición e Norma. Me pierdo de la portada de Félix Vega.
La aventura de Pama y sus aliados continúa en este segundo volumen, el cual se encarga de profundizar en el conflicto que se cierne sobre su mundo. La amistad entre el grupo crece, así como su número, mientras se acercan más al origen de los problemas.
Ya establecido el origen de Pama y su etapa formativa, esta vez nos adentramos de lleno en su misión por restablecer el equilibrio en el mundo. Desde la portada nos queda claro que habrá mucho más peligros y peleas en este volumen que en el anterior; pronto la influencia del llamado “Imperio Oscuro” se hace patente en los distintos pueblos que visitan, donde los héroes ayudan a quien pueden y tratan de revertir los daños.
Tanto Pama como sus autores van madurando a medida que la historia progresa. De pronto el discurso pacifista se ve enfrentado al inevitable sufrimiento de la guerra, y se deben hacer compromisos. La leyenda de Pama eleva las apuestas, esperemos que su continuación dé la talla.
Pese a que había recibido muy buenas referencias sobre Miguel de Fuentesanta, guardé cierta distancia al momento de leerlo. Toda esa mesura se diluyó al par de páginas y caí rendido ante los pinceles de Ismael Hernández, tan enérgicos como expresivos.
La habilidad narrativa de Ismael es lo que más destaca al poco avanzar, noción que se consolida a través del relato. El ingenioso uso de la ‘cámara’ en las viñetas mantiene cada página con un dinamismo que enriquece ma lectura y la personalidad de los personajes. Ambos protagonistas se sienten reales, con sus trancas, gesticulaciones y lenguaje corporal que los diferencia y define como personas, más allá de clichés o tropos narrativos.
El uso de la mitología chilota es un atractivo interesante, pero es la excelente ejecución de Ismael la que logra capturar nuestra atención e imaginación. Sin ir más lejos, el epílogo debe ser una de las conclusiones más satisfactorias de las que uno puede encontrar en el panorama chileno.